Una de aquellas



Capitulo uno:

Nacimiento

- Riquelme!!!, Riquelme!!!.

Era lo único que alcanzo escuchar, antes de que su mente quedara en blanco, tal como si un interruptor hubiera frenado toda actividad cerebral, aunque solo duro unos instantes lo suficiente para accionar la metralleta y casi como autómata disparar contra la gente, era la primera vez, la primera vez!!! Que mataba “personas”, todo lo demás había estado en su imaginación, la entrenaron para obedecer, la entrenaron para matar y era justamente aquello lo que estaba haciendo, pero nunca pensó en lo fuerte y cruel que sería, habían convertido el centro de Santiago en una guerra de trincheras, los edificios heridos por las granadas daban un aspecto de total desolación, como cabo le habían enviado a parar una revuelta civil, pero la contención había sido sobrepasada, a pesar de que los disparos penetraban la carne, la multitud se levantaba como si nada ante la vista atónita de los militares, y peor aun la “gente” se lanzaba en total estado de éxtasis sobre los soldados, mordiéndoles y arrancado a pedazos las carnes, el capitán había ordenado el retiro inmediato.
- Riquelme!!!._volvió a gritar el capitán._nos reagruparemos en la moneda!
La muchacha aseguro su casco y corrió tras el escuadrón, los disparos se escuchaban en todas partes, rebotaban como ecos entre medio de los edificios sin darse cuenta el escuadrón compuesto por 15 hombres habían agrandado sus filas por civiles perdidos en la selvática ciudad, las trasmisiones no paraban de hablar sobre los acontecimientos acaecidos, y de cómo escuadrón tras escuadrón iban desapareciendo.
La moneda se alzaba blanca y silenciosa, cuando el escuadrón huemul llego a sus instalaciones, civiles, funcionarios y carabineros estaban apostados en el interior, el capitán repartió a sus hombres por los cuatro puntos cardinales y con el resto de los carabineros les ordeno que fueran a las azoteas como vigías, a Riquelme le encomendaron la búsqueda de alimentos, a pesar de haber estado a la par con sus compañeros, para algunos mandatos seguía siendo discriminada como mujer, por suerte el buffet del presidente, siempre tenía comida lo que ayudo alimentar a la creciente población, la noche llego de golpe, el capitán ordeno mantener las luces encendidas, a cada hora la multitud enfurecida llenaba cada lugar aledaña a la moneda y sus quejidos se elevaban como un sombría canción, el capitán les informo que dentro de media hora más vendrían los helicópteros de rescate y que el gobierno había dado por perdida la ciudad de Santiago bloqueando todas las entradas, se recomendaba aislar a las víctimas de alguna mordedura, ya que le “enfermedad” se trasmitía, por saliva.

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